lunes, 12 de octubre de 2009

12 de Octubre ¿Día de la raza?

Esta fecha fue impuesta en 1917 por decreto del presidente H. Irigoyen, que lo declaró fiesta nacional. Y efectivamente, en nuestro país se sigue festejando. En Villa Gesell se hace la Fiesta Nacional de la Raza. Con desfile de carrozas, bandas y la elección de la reina. Uno puede preguntar: ¿De qué raza será esta reina?
Y otra vez se efectúan actos en las escuelas, se habla del heroísmo de Colón descubriendo América, de la abnegación de los misioneros que trajeron a Dios y de la generosidad de la madre patria que trajo su cultura a estas tierras de salvajes.
En realidad, el 12 de Octubre nos reclama reflexionar, hacernos algunas preguntas. ¿Qué se celebra en este día? ¿Descubrimiento de qué? ¿De territorios poblados por centenares de pueblos que los habitaban desde hace más de 30.000 años? Pueblos que habían llegado en diverso grado a niveles de desarrollo cultural, científico, productivo y espiritual de inmensa riqueza y originalidad.
¿Encuentro de culturas? ¿Es que “veían” los invasores la cultura de los pueblos originarios, o los miraban con los ojos codiciosos y menospreciadores del naciente capitalismo europeo mercantil y depredador? ¿Trajeron la cultura de Cervantes y Quevedo, de los humanistas y las comunas populares? ¿O impusieron la de los cañones y mastines feroces, de los encomenderos despóticos, de las hogueras de la Inquisición donde ardían seres humanos, códices maravillosos, templos y reliquias de enorme belleza?
Quienes celebran la instalación de un sistema colonial basado en la codicia , la violencia y el saqueo, instalado sobre decenas de millones de víctimas indígenas y africanas esclavizadas y convertidas en combustible biológico para minas, plantaciones y obrajes, son los que pretenden eternizarlo en las nuevas condiciones de la globalización neocolonial.
Pero para los indígenas y los pueblos de Nuestra América, el 12 de Octubre es el inicio de una era de muerte y despojo, de discriminación e inferiorización humana con pretextos de supremacía racial y social, una era que se prolonga desde la colonia a la república, desde las campañas genocidas de Cortés y Pizarro a las de los generales Roca en el sur y Victorica en el norte. Y de sus continuadores dictatoriales.
Comunidades enteras fueron exterminadas o acorraladas ayer por el oro y la plata, y siguen siendo agredidas hoy por la tierra y el petróleo, el agua y la biodiversidad. Mientras se mueren los niños indígenas por falta de alimentos y atención sanitaria y se reprime y criminaliza la lucha de las poblaciones originarias por sus tierras, su cultura, su identidad y sus derechos, reconocidos en la Constitución pero negados en la realidad, el territorio nacional se va cubriendo con alambrados extranjeros.
¿Cómo se puede, entonces, seguir festejando el Día de la Raza o de la Hispanidad? Es como si los polacos, por ejemplo, celebraran el 1 de setiembre, el día de 1939 en que los nazis invadieron Polonia iniciando la 2ª. Guerra Mundial, como el “Día de la Raza Aria”. Se trata de una postura soberbia y racista. Incompatible no sólo con las leyes nacionales y las resoluciones de las NN.UU., sino también con la ciencia y la conciencia de la humanidad. La ciencia nos dice que entre las personas diversas como producto de la geografía y de la historia, hay diferencias somáticas, pero que son banales. Porque se dan dentro de una identidad genética que unifica a todos los seres humanos.
¿De qué raza somos los argentinos, los latinoamericanos? Pueblo de pueblos, pluriétnicos y multiculturales. Bolívar lo advirtió cuando dijo: “…no sabemos exactamente lo que somos. No somos blancos, ni indios, ni negros, sino una nueva síntesis de todos ellos: un pequeño género humano”.
Así, pues, lo que nos corresponde es darle a esta recordación un sentido opuesto al que pretenden los conquistadores y opresores de ayer y de hoy. Un sentido de recuperación de nuestra memoria histórica, de nuestras raíces y experiencias vitales. De homenaje a aquellos que desde el primer momento no cejaron en su resistencia, su rebeldía, su permanente combate por los valores, el patrimonio, la identidad propia y el futuro libre y solidario de Nuestra América.
Y finalmente, a los que gustan tanto de hablar de razas inferiores y superiores, les recordamos con Martí: “En este mundo no hay más que una raza inferior: la de los que consultan ante todo su propio interés. Ni más que una superior: la de los que consultan ante todo el interés humano”.

Juan Rosales

Titular de la Cátedra Abierta de Estudios Americanista de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires